En un momento decisivo para la biodiversidad y la sostenibilidad del planeta, la paisajista Fernanda Rionda, hace un llamado urgente para proteger y restaurar el hábitat de los polinizadores, elemento clave en la salud del medio ambiente. Con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio), Fernanda Rionda subraya la importancia de crear espacios que no solo embellezcan, sino que también sirvan como refugios vivos para abejas, mariposas, colibríes y otras especies esenciales para la producción de alimentos y el equilibrio ecológico.

“Cuando elegimos plantas nativas, creamos corredores de vida en medio del concreto, y eso tiene un impacto inmediato”, afirma Rionda, quien ha liderado proyectos de restauración ecológica y paisajismo sostenible en México y América Latina durante más de dos décadas.

Los polinizadores están desapareciendo a un ritmo alarmante debido a la urbanización descontrolada, el uso de pesticidas y la pérdida de flora nativa. Esta crisis afecta directamente la seguridad alimentaria y la salud de los ecosistemas. De acuerdo con la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), más del 75% de los cultivos alimentarios dependen en parte de los polinizadores. “Pequeños cambios en el diseño urbano y privado pueden hacer una diferencia, como sustituir jardines ornamentales por plantas locales con floración escalonada durante todo el año”, afirma la experta.

Este enfoque no solo embellece el entorno, también aporta directamente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, particularmente al ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres), el ODS 11 (Ciudades y comunidades sostenibles) y el ODS 13 (Acción por el clima). “La defensa del paisaje va más allá de lo estético. Es una forma de resistencia ante la pérdida de biodiversidad. Es cuidar la red invisible que sostiene la vida”, reflexiona Rionda.

Consciente de su papel como creadora de espacios y narrativas verdes, Rionda invita a repensar la relación entre naturaleza y ciudad. “Cada flor sembrada con intención puede ser una trinchera contra el colapso ecológico”, concluye.