Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar la Sierra Gorda y convivir con Martha «Pati» Ruiz, su hijo Roberto Pedraza, Salvador Sarabias y una comunidad extraordinaria que ha dedicado su vida a proteger uno de los últimos bastiones de selvas y bosques húmedos en México.

¡Gracias a 38 años de lucha del Grupo Ecológico Sierra Gorda I.A.P. se están protegiendo más de 30,000 hectáreas de estas joyas ecológicas!

Historias como esta son muy inspiradoras y creo que todos les debemos un gesto de gratitud por cuidar la riqueza natural que nos queda. Es un testimonio del poder del compromiso ético frente a la indiferencia.

Pero su labor nos deja también preguntas incómodas y necesarias:

¿Por qué? ¿Por qué es necesario que guerreros incansables defiendan la vida en el planeta? ¿De qué la están defendiendo?

¿Quizá de nosotros mismos?

Las respuestas apuntan a un sistema que ha convertido la depredación de la tierra en un modelo de desarrollo. Zonas de tanto valor ecológico están bajo la amenaza de la ganadería, la agricultura extractiva, las mineras, los monocultivos de pinos, la tala ilegal y el cambio climático. Pensemos que somos nosotros quienes demandamos la comida, los minerales, la madera y generamos las emisiones de CO2. 

¿Qué debemos hacer para que no se requiera que personas dediquen su vida (muchas veces arriesgándola) a cuidar la salud del planeta de la cual todos dependemos?

¿Será que lo que necesitamos es un cambio profundo a un sistema que depende de depredar para prosperar? 

Encuentra mas información del trabajo de estos guerreros incansables aquí.

Federico Llamas Vidales
Fundador de la Universidad del Medio Ambiente
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