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Microsismos: Una advertencia para el futuro urbano de la Ciudad de México

En los últimos años, los enjambres de microsismos registrados en el poniente de Ciudad de México se han convertido en un recordatorio silencioso de que el subsuelo también responde a las acciones humanas. Un estudio reciente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reveló que la interacción de dos fallas de deslizamiento lento —Barranca del Muerto y Mixcoac— es en parte responsable de estos movimientos. Sin embargo, la investigación también apunta a un factor adicional de fondo: la sobreexplotación de acuíferos.

Caracterizados por su movimiento progresivo y prácticamente imperceptible, estos sismos fueron identificados gracias a técnicas de radar de apertura sintética (InSAR) y modelados por un equipo científico liderado por Víctor Manuel Cruz Atienza.

A partir del análisis de los datos, se identificó que en un radio de apenas un kilómetro alrededor de las fallas detectadas, operan al menos 15 pozos activos de extracción de agua. Según los investigadores, los cambios en la presión de los fluidos subterráneos podrían estar facilitando el deslizamiento lento de las fallas y desencadenando pequeñas fracturas que derivan en microsismos.

Este hallazgo resulta especialmente relevante si se considera que aproximadamente el 63% del agua que abastece a la capital proviene de acuíferos subterráneos. Esta alta dependencia evidencia la vulnerabilidad de la ciudad frente a fenómenos que, hasta hace poco, se atribuían únicamente a causas naturales.

La relación entre el manejo de los acuíferos y la estabilidad geológica plantea así desafíos urgentes para una ciudad construida sobre antiguos lagos y sedimentos blandos. La adopción de estrategias más sostenibles en la gestión del agua no solo busca preservar el recurso para el futuro, sino también reducir los riesgos asociados a la dinámica del subsuelo.

En ese sentido, las soluciones tecnológicas e integrales que impulsamos para las industrias ofrecen un alivio al estrés hídrico y a la sobreexplotación de pozos. Por ejemplo, en una planta del sector de alimentos y bebidas, se implementó un sistema de ósmosis inversa y filtración avanzada que permitió operar bajo un modelo de “cero agua”, reutilizando el recurso en procesos no alimentarios y logrando una reducción del 40% en el consumo de agua por tonelada producida.

En la industria siderúrgica, a través de soluciones de reuso de agua en torres de enfriamiento, calderas, recuperación de rechazos y ciclos de concentración de agua, logramos recuperar más de 36 mil metros cúbicos de agua por mes, que se utilizaron en los procesos de una fábrica ubicada en Monclova, Coahuila. Estas iniciativas, además de reducir costos operativos y mejorar la eficiencia de las plantas, aseguran la disponibilidad del recurso en cantidad y calidad adecuadas, lo cual es indispensable para la supervivencia de las industrias a través del tiempo.

Experiencias como estas —junto con otras iniciativas internacionales— demuestran que la sostenibilidad hídrica no es únicamente un reto técnico, sino también un compromiso colectivo. Iniciativas que articulan ciencia, tecnología y gestión eficiente permiten fortalecer la resiliencia de las ciudades frente a fenómenos naturales, al tiempo que garantizan el acceso equitativo y seguro al agua para las generaciones futuras.

El estudio de la UNAM ofrece una nueva perspectiva sobre la interacción entre el uso de los recursos naturales y los riesgos geológicos en zonas urbanas densamente pobladas. Al mismo tiempo, subraya la necesidad urgente de avanzar hacia un manejo responsable del agua principalmente de las industrias, no solo para asegurar su disponibilidad, sino también para preservar la estabilidad estructural de las ciudades.

Shanti Rodriguez,
gerente de Desarrollo Industrial de Veolia México
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